“El sector de la ayuda está lleno de elefantes: dinámicas de poder arraigadas, modelos de asociación obsoletos, reformas superficiales y organizaciones demasiado grandes para cambiar de verdad”, escribió Lars Peter Nissen al presentar su último episodio del pódcast The Elephant in the Room.

La reciente ola de reestructuraciones a gran escala en organizaciones como Save the Children, Christian Aid, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y el International Rescue Committee (IRC) refleja algo mucho más profundo que un simple ajuste financiero temporal. Señala el fin de un ciclo histórico, definido por el poder centralizado, la dependencia de los donantes y modelos jerárquicos de solidaridad dirigidos desde el Norte Global.

Un sector en disrupción estructural

Save the Children International (SCI) ha anunciado una importante reestructuración de su sede en Londres y de sus oficinas regionales, poniendo en riesgo más de 500 puestos de trabajo. Esta decisión llega tras la cancelación de programas financiados por USAID y una contracción más amplia de la ayuda institucional, obligando a la organización a reducir drásticamente sus costes operativos.

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Christian Aid atraviesa una transición igualmente drástica: reducirá su plantilla en un 45% y reemplazará sus oficinas nacionales por cinco centros regionales situados en Colombia, Kenia, Nigeria, Jordania y Bangladés. La organización presenta esta estrategia como una transformación deliberada hacia la localización y la cercanía.

Pero no se trata de casos aislados. El CICR ha recortado recientemente cerca de 3.000 puestos. El IRC también ha llevado a cabo una profunda reestructuración. En conjunto, las grandes ONGI se están reduciendo, fusionando o repensando sus modelos. Sin embargo, detrás de estas reestructuraciones surge una pregunta de fondo: ¿se trata de una transformación… o del desmoronamiento de un sistema que ya no se puede sostener?

La combinación de la disminución de la ayuda pública, una creciente atención sobre los desequilibrios de poder y unas mayores exigencias de rendición de cuentas está obligando a las ONGI a adaptarse.

Más allá de la reestructuración: ¿el fin de un paradigma?

Estas reestructuraciones no se limitan a ajustes contables. Van acompañadas de una profunda transformación en la forma de operar de las ONG. La combinación de la disminución de la ayuda pública, el cuestionamiento del poder desproporcionado y la presión por una mayor transparencia y equidad obliga a las ONGI a elegir: aferrarse a versiones reducidas de lo que fueron o reinventar por completo su relación con las comunidades, los socios y el poder.

Save the Children también ha anunciado recientemente la eliminación de su emblemático programa de apadrinamiento individual de niños, poniendo fin a los intercambios epistolares entre patrocinadores occidentales y ahijados. Esta decisión, que ha provocado la indignación de muchos donantes fieles, marca un cambio estratégico hacia programas comunitarios más amplios.

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El caso del apadrinamiento infantil es revelador. Este modelo, que durante décadas fue una fuente de financiación estable para muchas ONG, hoy es criticado tanto por su eficacia programática como por sus implicaciones éticas.

En el caso de Christian Aid, su decisión de sustituir oficinas nacionales por cinco centros regionales estratégicamente ubicados se presenta como parte de un giro hacia la descentralización y alianzas locales más fuertes. Patrick Watt, director ejecutivo de la organización, afirma que esta transformación busca “fortalecer la eficiencia y capacidad de respuesta de la organización mediante un trabajo más cercano con los socios locales”.

Este cambio hacia la regionalización y la asociación local podría representar una evolución significativa, más alineada con los valores del Pledge for Change. Su liderazgo presenta este giro como una forma de estar más cerca de las realidades locales. Sin embargo, todavía es pronto para saber si se trata de una verdadera redistribución del poder o simplemente una retirada estratégica ante la escasez. La descentralización geográfica no es sinónimo automático de democratización de los procesos de decisión.

La ayuda se reduce… ¿pero se transforma?

En resumen, el riesgo es que el “decrecimiento” de las grandes ONG se produzca sin transformación, en lugar de servir como punto de partida para una reinvención más justa y compartida de la solidaridad.

Estas reestructuraciones sacan a la luz los “elefantes en la sala” de la ayuda internacional: dinámicas de poder profundamente arraigadas, modelos de asociación obsoletos, comportamientos monopolísticos persistentes. Estas organizaciones están en un punto de inflexión histórico. La verdadera pregunta ya no es si se necesita un cambio —ese debate está superado—, sino si los gigantes del sector pueden reinventar su ADN en un mundo donde la legitimidad de la ayuda liderada por Occidente se está desmoronando rápidamente.

 Marie Pessiot. 

Consultora independiente y Responsable de Programas & Estrategia en Acápacá.

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